domingo, 24 de julio de 2011

PRIMER ENTREGA DE CRÓNICAS AFRICANAS: De España a Marruecos

PRIMER ENTREGA DE CRÓNICAS AFRICANAS
De España a Marruecos
ÁNGEL RICARDO MARTÍNEZ
En la Alahambra confluyen la cultura cristiana y la mulsumana. Empieza el cruce de Occidente a Oriente.
De España a Marruecos
MAGREB. Donde se abrazan, cruzan y mezclan las culturas de la cruz y la media luna, el mundo cristiano y el árabe. Foto: fotógrafo | La Estrella
Hace 13 h 25 min Por algún motivo que no alcanzo a comprender, los seres humanos aprendemos los secretos de la vida a través de metáforas, anécdotas y, sobre todo, citas y refranes. Nada ayuda a comprender mejor una situación que una buena metáfora o a plantear pensamientos complejos como un buen refrán o una cita genial. He pasado los últimos meses preparando todos los detalles de este viaje—desde seguros, vacunas y botiquín hasta visas y contactos periodísticos—sin poder sacudirme la incomodidad de no tener una frase célebre, una cita de alguien—famoso o no—que capturara la esencia de ésta aventura africana que estoy a punto de comenzar. ¿Cómo explicar en pocas palabras un viaje de cinco meses desde Granada en España hasta Nairobi en Kenia?

Afortunadamente, la encontré. Es de Mark Twain, quizá la pluma más importante que ha salido de Estados Unidos, y dice que la historia no se repite, pero sí rima. Mientras escudriño los detalles en las paredes de los Palacios Nazaríes en la Alhambra de Granada; mientras paseo por sus maravillosos jardines, regados por un sistema de distribución de agua demasiado sofisticado incluso para nuestros tiempos; y mientras observo la imponente estructura de la iglesia de Santa María de la Alhambra—¡una iglesia allí, en medio de esa maravilla de la arquitectura musulmana!—no puedo dejar de pensar en esa verdad que sólo Twain supo expresar con esa mezcla de profundidad y elegancia propia de los genios.

LAS LÍNEAS DEL DESTINO

La Alhambra es quizá la bisagra más hermosa entre la Europa cristiana y el Magreb musulmán. En ella riman las historias milenarias de pueblos orgullosos, las historias de todos y cada uno de nosotros. Rimas hermosas, cuya belleza y significado resiste al paso de los siglos. Rimas, también, forjadas en sangre, edificadas luego de que las armas dieran su veredicto. En nuestro mundo, el precio a pagar por la majestuosidad de los palacios, templos, leyendas y canciones que nos maravillan ha sido la muerte y el sufrimiento de invasores e invadidos. Por eso, son la mejor manera de entender los lugares y a los pueblos que en ellos viven. Su alto costo nos habla de la grandeza del espíritu humano, de dualidades—vida y muerte, amor y odio, victoria y derrota, guerra y paz—que definen nuestra existencia, y nos impone respeto.

Aquí, donde la cruz y la media luna se mezclan enigmáticamente, empieza nuestro viaje. Las fechas de construcción de los distintos edificios de la Alhambra hablan del siglo XIV. Sólo 100 años después, los cristianos completarían el proceso de reconquista de la península ibérica y sus carabelas arribabarían por vez primera al Nuevo Mundo. Entonces se partió la historia. La civilización que construyó la Alhambra entraría en un periodo de decadencia y colapso que dura hasta hoy, mientras que la civilización que se la arrebató a sus constructores dominaría el planeta. Hace mil años, el Islam era conocimiento, sabiduría y majestuosidad, mientras que la Cristiandad era oscurantismo, plagas y violencia. Hoy, en el imaginario mundial, Occidente es sinónimo de democracia, tecnología y civilización. El Islam, por el contrario, es fanatismo, intolerancia y terror.

PRIMERA PARTE: DE EUROPA AL MAGREB

Para bien o para mal, la línea que dividió civilizaciones pasó por aquí. Éste viaje tiene como objetivo cruzar esas líneas. En la primera parte, cruzaremos la que divide Europa y el Magreb, cristianos y musulmanes, piel blanca y piel cobriza. La travesía desde España a Marruecos por mar y tierra enseña que las fronteras políticas son sólo eso: líneas en un mapa, y a menudo sólo sirven para perpetuar injusticias. Las fronteras culturales, por otro lado, son las verdaderas fallas tectónicas de nuestro mundo. Y muchas veces reclaman lo que es suyo.

Las fronteras culturales lo permean todo, querramos o no, y sus expresiones más fascinantes, esas arrebatadoras mezclas culturales que estimulan nuestra imaginación, pueden ser vistas en todo su esplendor en ambas orillas del mar que ahora cruzo, el Mediterráneo. Aquí Oriente y Occidente se abrazan. Aquí donde ocurrieron las batallas que forjaron el mundo y la vida de millones de personas—desde Termópilas y Zama hasta Navas de Tolosa—. Fue en el Mediterráneo, al fin y al cabo, donde Islam y Cristianismo abrieron sus alas, chocaron, y de alguna manera se repartieron sus orillas: norte para la cruz y sur para la media luna. Contra esto, lugares como Bosnia, Turquía, Líbano o Andalucía sirven para recordarnos la complejidad y belleza de la historia.

Marruecos, el puente perfecto entre África y Europa, será la primera parada. Le seguirán Argelia, Túnez y Egipto. Para finales de septiembre, cuando crucemos el Nilo hasta Sudán, habremos recorrido el corazón del Magreb, esa isla geopolítca separada de Europa por un mar eterno, del mundo árabe por una península bíblica, y del resto de África por un desierto infinito. En el Magreb intentaremos entender la compleja realidad de una tierra milenaria, el cómo los descendientes de los antiguos egipcios, terminaron siendo pobres dictaduras en las que la religión permea todos y cada uno de los aspectos de la vida. Dictaduras que, a día de hoy, se ven sacudidas por la ola más grande de inspiración y conciencia política que ha recorrido la región en las últimas décadas.

SEGUNDA PARTE: AL SUR DEL SAHARA

En la segunda parte del viaje, cruzaremos la frontera que separa a Sudán de su homónimo del sur. En su corazón, la historia del Magreb rima con la historia del África subsahariana. Formalizada en el mapa hace menos de un mes pero que determinó la historia de ese invento colonial británico, veremos como el África árabe y musulmana se fusiona con el África negra, cristiana y animista. Sudán del Sur, Etiopía y Kenia—donde terminará nuestra aventura—nos confirmarán que África sólo existe en nuestra mente como concepto geográfico, como una masa de tierra que va de Gibraltar al cabo de Buena Esperanza. África no es una, sino muchas. En éste viaje sólo conoceremos dos de ellas, y dejaremos sin conocer: el África occidental de Nigeria, Senegal o Camerún, el África Central del Congo, Uganda o Ruanda, y el África Austral de Zimbabue, Namibia o Sudáfrica.

Un viaje como éste, por fuerza, dejará más preguntas que respuestas. Soy un apasionado de la geopolítica—el estudio de la influencia de la geografía sobre el destino de los pueblos—y como tal afronto ésta aventura. ¿Cómo ha influido el Mediterráneo y el Sáhara en la historia y realidad de la gente que me rodea? ¿Cómo influyó la era del colonialismo, en la que los países europeos se repartieron África como si fuera un pastel?

Las respuestas están en la gente y se descubren paseando por mercados y avenidas. Sobre todo, tratando de pasar desapercibido para no perturbar el curso natural de la vida local. Alguien me dijo una vez que observando se puede aprender mucho más que hablando. ‘Oír, ver y callar’, solía decir mi padre. En éste viaje, ésta será una regla de oro. Mientras desciendo del autobús y observo por primera vez el bullicio de la frontera hispano-marroquí en Ceuta, las rimas de la historia llenan mi cabeza. Que empiece la aventura. 

 

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