viernes, 29 de julio de 2011

De Rusia a España

Ana Häsler y Enrique Bernardo de Quirós, durante su actuación en la iglesia de San Juan de los Caballeros. / Kamarero
 
MÚSICA
De Rusia a España
Rafael Aznar - Segovia

Creo que es el concierto en que más música de verdad hemos escuchado hasta ahora dentro de la Semana de Música de Cámara. Estos dos grandes músicos nos dieron una lección de cómo confeccionar un programa equilibrado, interesante y donde demostrar las grandes dotes artísticas de ambos músicos, tanto individualmente como en conjunto.
Enrique Bernardo de Quirós es un pianista con una gran formación, un gran bagaje profesional y que demostró una altura pianística muy grande al encarar la sonata nº2 de Rachmaninov, una obra madura de un compositor que ha dado gran popularidad al teclado romántico en el siglo XX con su segundo concierto, una obra muy divulgada en el disco de los años centrales de la pasada centuria.
Es una obra virtuosística, rica en sonoridades, donde los desenfrenados martilleos de acordes presentan un dramatismo que se sustancia en un clima de serenidad, que a veces se alterna con el clima anterior, dando una atmósfera postromántica muy de su tiempo. El lirismo y el vigor compositivo son patentes y así lo supo trasmitir Enrique Bernardo de Quirós. Las canciones y danzas de la muerte de Mussorgsky abrieron el programa demostrando la perfecta dicción en ruso de Ana Häsler y la compleja atmósfera de la sensibilidad del romanticismo ruso de un compositor cuyo pianismo es tan elaborado como lo dejó demostrado en sus “Cuadros”.
En la segunda parte nos ofrecieron una rápida panorámica de la canción en el panorama hispánico del siglo XX. Se rindió homenaje a Federico García Lorca, en el 75 aniversario de su cruel fusilamiento en Granada, con tres de las canciones populares antiguas: los cuatro muleros, la nana de Sevilla y las tres hojas, mientras que se cantaron dos versiones del mismo texto lorquiano, la cancioncilla, con músicas de Montsalvatge y Bowles. Otra canción de Lorca, la famosa del jinete, se cantó con música de Ortega.
También se cantaron impecables las canciones de García Leóz, con texto de Federico, Por el aire, De Cádiz a Gibraltar y A la flor a la pitiflor con una maestría por parte de Ana Häsler, que parecía que sentíamos ese ambiente marinero de ida y vuelta entre Cádiz y La Habana con aires victorianos de principios del XX.
La interpretación de dos números de la siempre difícil y siempre tan atractiva Iberia de Albéniz nos hizo ver la clase de Bernardo de Quirós.
El final nos traía las cinco canciones negras de Xavier Montsalvatge. Una interpretación de antología, donde la dicción, la musicalidad y el ambiente caribeño de las canciones con letras de Alberti, Néstor Luján, Nicolás Guillén y Valdés nos trasladaron a otro mundo imaginario, sensual y tropical, muy grato.
Ante el éxito de aplausos del público que llenaba la antigua iglesia de San Juan de los Caballeros nos regalaron tres bises, la canción de Rachmaninov “Aguas primaverales”, “Cortadora plumerito” de Guastavino y la habanera de Carmen.
Una cantante llena, pletórica y un pianista sensible y virtuoso que supieron encandilar al respetable. ¿Se puede pedir más?

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