lunes, 25 de julio de 2011

Las Cañadas de Chiapas, espacios de marginación

Las Cañadas de Chiapas, espacios de marginación

San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, 14 de enero del 2003

“La Lacandona ya no es un inmenso desierto, escasamente poblado por caribes, monteros y chicleros. Es ahora un mundo dividido en dos universos humanos: la montaña guerrillera y la cañada campesina”.1

Mapa 1. Algunas comunidades de las cañadas tojolabales

(Fuente: Shannan L. Mattiace, en “Renegociaciones regionales del espacio: identidad étnica tojolabal en las Margaritas Chiapas”, en Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales del zapatismo en Chiapas. p. 123)


Las Cañadas de Chiapas, sobre todo a partir del 1 de enero de 1994, han sido
centro de atención en México y el mundo, es por ello, que decidí iniciar este trabajo con la
acertada descripción que nos brinda el historiador de la Selva: Jan De Vos, quién
después de muchos años de trabajo (30 más o menos) ha vivido y participado de cambios
sustanciales en ésta porción del territorio mexicano. Sus palabras, también sintetizan lo
básico de los estudios de Geografía Humana, a saber, los procesos sociales dialécticos
1 Jan De Vos, Una tierra para sembrar sueños. Historia reciente de la Selva Lacandona, 1950-
2000, p. 366.
característicos de las diferentes organizaciones sociales a diversas escalas; por ello, los
espacios de Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se evidencian
territorialmente pero también simbólicamente pues:
“Como cualquier realidad social, el espacio no es una entidad apenas objetiva; su
objetividad está limitada (inter) subjetivamente, su materialidad está dotada de
significaciones específicas para cada individuo (subjetividad), pero también es, en cierta
medida, compartida por varios individuos (intersubjetividades). Escenario material y
objetivo de las relaciones sociales, el espacio, en el contexto de la experiencia de sujetos
cognoscentes organizados en sociedades, es en cierta medida ‘construido’ (inter)
subjetivamente…”2
Así, referirnos a los espacios que coexisten y que nos muestran realidades
complejas y disímbolas, es parte del quehacer geográfico de nuestros días, a sabiendas
que, los procesos sociales son de diversa duración en tiempo y espacio. Por ello, las
presentes líneas, sólo se suman a las ya existentes en una multiplicidad de trabajos que
se han elaborado en torno al Neozapatismo y su diversos actores sociales tanto militares
como civiles ( no obstante la abundante bibliografía podemos sugerir la revisión de
trabajos como los de Xochitl Leyva, Araceli Burguete, Yvon Le Bot, Neil Harvey, Jan De
Vos, y Andrés Aubry, entre otros).
Entonces procuraré enfocarme a ciertos conceptos y categorías de análisis que
me parece son de suma importancia para una mejor comprensión de los espacios del
zapatismo, para referirme al primero de ellos: el espacio, las ideas de Marcelo López de
Sousa me permiten introducirme sin más cortapisas al concepto base del quehacer
geográfico, pero con el fin de evidenciar mi posición y afinidad con las corrientes de
pensamiento humanistas de la Geografía, y espero, el ejemplo concreto de las Cañadas
chiapanecas, sea una posibilidad (junto con otros trabajos sobre los temas de
marginación, pobreza, desarrollo o globalización, por mencionar algunos) de seguir
avanzando en la creación y recreación del análisis geográfico humanístico.
2 Marcelo López de Sousa “Algunas notas sobre la importancia del espacio para el
desenvolvimiento social” en Cómo pensar la Geografía.Cuaderno de geografía brasileña. Graciela
Uribe (compiladora), p. 80.
El segundo concepto en el que quisiera poner atención es el de región, el cual
según Paulo César da Costa Gomes es “… el fundamento político, de control y de
gestión de un territorio”, y en base a éstas ideas, también haré mención a lo referente al
territorio y autonomía en el particular contexto sociocultural de lo que se ha denominado
“la zona de conflicto”.
Y finalmente, la cuestión de las escalas es algo básico pero no sólo en espacio
también en tiempo, y sobre todo tomando en consideración los procesos históricos
cercanos y lejanos que han dado lugar a los espacios de la “rebeldía chiapaneca”.
Debo aclarar que para especificidades respecto a la temática del zapatismo existen una
gran variedad de autores y posiciones políticas e ideológicas, por lo que al final del trabajo
mencionaré una breve bibliografía en español, principalmente e incluso, existe la
dirección electrónica especializada:
www.eco.utexas.edu/homepages/faculty/Cleaver/zapsincyber.html.
Las caracterizaciones de las Cañadas
Sobre las diversas formas de poblamiento y apropiación de los territorios de los
antiguos mayas existen una diversidad de trabajos históricos que se remontan a los
momentos de la conquista española y todo el periodo colonial, destacando crónicas de
religiosos como Fray Tomás de la Torre, o de conquistadores como Bernal Díaz del
Castillo e incluso las mismas Cartas de relación de Hernán Cortés, en las noticias
proporcionadas, se destaca la dificultad para adentrarse en los terrenos “indómitos y
salvajes de la selva” (Jan De Vos en su excelente libro La Paz de Dios y del Rey, hace un
detallado estudio sobre la colonización de este territorio incierto entre los dominios de la
Nueva España y el Reyno de Guatemala ) desde entonces las cañadas y la montaña
eran un límite, una frontera a lo desconocido y porque no decirlo, marginación, la cual en
el ámbito político y de inversión de capital fue importante la llegada de capitalistas
alemanes (principalmente) durante el gobierno de Porfirio Díaz, siendo durante ésta fase
de la historia de las Cañadas en la cual, se llevaron los deslindes de tierras más
importantes y con ello, la creación aserraderos, grandes fincas y ranchos ganaderos de
familias como los Kanter y Bulnes, para las Cañadas de Ocosingo y Altamirano o de la
apropiación grandes extensiones de tierras por parte de las familias chiapanecas como
los Castellanos en las cañadas tojolabales (para mayor detalle sugiero revisar el trabajo
de Antonio García de León: Resistencia y Utopía); continuando con la historia de la
colonización de la selva, los repartos agrarios llevados a cabo por el gobierno de Lázaro
Cárdenas fueron también decisivos para el avance de la colonización por parte de las
comunidades tzeltales, tzotziles, cho’les y tojolabales las cuáles competían con las
grandes propiedades de los latifundistas asentados por generaciones desde el siglo XIX,
obsérvense los excelentes mapas presentados por Jan De Vos en lo referente a los
poseedores de la explotación maderera y los procesos de poblamiento de los años 50 a
60 del siglo XX.
Por otra parte, la posición geopolítica de las Cañadas y su función como límite
internacional con Guatemala, también ha sido una característica más en acontecimientos
tan significativos como fue la llegada de refugiados guatemaltecos de 1982 a 1984, y con
ellos, las formas organizativas de resistencia de las comunidades guatemaltecas
(nuevamente recomendamos el “Sueño de Roselia García” en De Vos: 2002, págs. 289-
321), que seguramente fueron experiencia digna de ser recordada por las bases de
apoyo zapatista.
Pero ésta brevísima e incompleta historia del poblamiento, no se puede entender
si no agregamos a su complejidad la diversidad cultural de los pueblos mayas actuales y
los fuertes rasgos de identidad que cada uno de ellos a su manera mantiene respecto a
los otros, inclusive podemos afirmar que cada comunidad se identifica de tal manera que
aunque existen rasgos aparentemente comunes éstos son sólo en lo general, pues el
diferenciarse respecto del otro es también motivo de orgullo, en muchos casos todavía.
Así, podemos identificar territorios de predominancia tzeltal o tojolabal con sólo “mirar el
modo de vestir” o con el “modo de hablar”.
Y es aquí dónde podemos hablar de las microrregiones culturales de las cañadas,
dónde las características socioculturales son básicas para la organización de municipios
autónomos no sólo en las Cañadas, sino también en el otro grandes frentes zapatistas:
los Altos y el Norte.
El vestido y el idioma son importantes, pero, también se tiene en común el trabajo
en la milpa, el amor a la tierra y por tanto, el acceso a ella es un símbolo de valor en
función de lo vivido, en ser hombres y mujeres de la tierra y por tanto, continuadores de la
vida, se pertenece así, a una dinámica de vida que adquiere incluso matices
cosmogónicos de amplia duración pues se es campesino, pero además, campesinoindígena
por tanto, las romerías, los rezos, los bailes y el tiempo, adquieren una
trascendencia que permite la formación y reproducción de identidades colectivas que se
han traducido en la defensa también de “…la tierra que es igual a la libertad, a igualdad;
poseerla o recuperarla es recuperar [la] vida, es tener un pasado y un futuro”.3
Así la lucha por la tierra y por la dignidad indígena se concretiza en espacios
sociales en términos de organización, producción e interrelaciones a diversas escalas. En
la organización por ejemplo podemos retomar parte del siguiente relato:
“Los Estatutos redactados en 1980 ‘[…] fueron el credo político militar que
aquellos contados compañeros de Mario [ un joven mayor que ofreció parte de la
presente información] propagaron, primero entre amigos y parientes suyos,
después entre algunos dirigentes de comunidades, y finalmente entre los demás
miembros de éstas. Al ganarse la confianza de algunas colonias enteras, terminó
la primera fase, la específicamente guerrillera. No es fácil determinar en qué
momento y de qué manera aquellas entraron al movimiento armado. Según
Marcos, el detonante de este proceso expansivo fue la destrucción de un poblado
cerca de San Miguel, en abril de 1986, por un grupo de ganaderos enmascarados.
A raíz de ese suceso traumático, mucha gente salió de su indiferencia, empezó a
buscar a los guerrilleros y ofreció colaborar con ellos. En esta segunda fase, cada
vez más jóvenes abandonaron sus poblados para ir a vivir en el monte y recibir allí
los principios básicos de entrenamiento militar y adoctrinamiento político. Su
incorporación tuvo una consecuencia importante, tanto para los guerrilleros como
para las comunidades. Los primeros empezaron a depender del abastecimiento
que las familias indígenas mandaban a sus hijos y hermanos. Hasta entonces
habían sobrevivido muy precariamente de la ayuda enviada por sus bases en las
ciudades del centro y norte del país. Las comunidades, por su parte, fueron
comprometiéndose, de una manera muy natural, con la causa de la insurgencia
3 Dolores Camacho y ArturoLomelí , “ Territorio recuperado: la nueva indianización de México”, en
Ojarasca # 64, agosto 2002, La Jornada.
armada. Tarde o temprano llegaría el momento en que aquellos jóvenes,
acompañados por sus instructores, bajarían del monte a los poblados’”.4
Lo descrito por De Vos nos permite también referirnos a las escalas de
análisis que:
“Teorizadas, a partir de la década de 1970, por diversos autores […], las
escalas de análisis y su combinación transportan a la vieja dialéctica entre lo
general y lo particular, lo externo y lo interno, para un plano concreto, referenciado
por los procesos y dinámicas reales (alcance espacial de problemas, redes,
territorios, imágenes). Considerándolas, por lo tanto, pueden evidenciar que la
propia autonomía es, en buena medida, una cuestión de escala…”5
Así, las escalas en contextos definidos toman nuevas dimensiones y
metodológicamente, representa un reto distinguir las interrelaciones sociales, los
actores, sus proyectos y sus capacidades de interacción pues en nuestro caso:
“El Neozapatismo no tiene estructura política fija, sino que abarca diversas formas
de participación política en distintos niveles y hace converger una gama muy amplia de
individuos, organizaciones y movimientos. El Neozapatismo surge de la organización de
congresos, asambleas y manifestaciones en todas partes del mundo, donde la gente
comparte las demandas por ‘democracia, justicia y libertad’. El sentimiento de
pertenencia a una comunidad política internacional mucho más allá de la localidad
inmediata se promueve mediante la formación de una red global de información, donde el
movimiento zapatista ha creado plataformas para debatir ideas y coordinar esfuerzos de
presión política en diferentes niveles”6.
También quisiera hacer énfasis en que las dimensiones de temporalidad requieren
de análisis de diversa duración pues las condiciones de pobreza extrema, de marginación
y dispersión poblacional son evidencia de la situación de desventaja en que han vivido
los campesinos indígenas desde tiempos lejanos, que comprenden una larga historia en
la que no obstante, su marginalidad, en otros momentos de la historia reciente ha sido su
4 Jan De Vos, Una tierra para sembrar sueños, p. 339
5 Marcelo López de Sousa, “Algunas notas sobre la importancia del espacio para el
desenvolvimiento social”, en Cuadernos de Geografía Brasileña…, p. 90
6 Xochitl Leyva Solano, “Transformaciones regionales, comunales y organizativas en las Cañadas
de la Selva Lacandona (Chiapas, México)”, en Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales
del zapatismo en Chiapas p.74.
defensa, la cual les ha llevado a poner en el ámbito político nacional al tema indígena y a
los indios en un debate que se ha tornado complejo y difícil de entender en su totalidad,
de ahí que las discusiones teóricas y jurídicas sobre el ser y quehacer indígena siga
construyéndose desde los frentes académicos, y organizativos que comparten la lucha
indígena centrando la discusión en la autonomía, por ello para el caso de los municipios
autónomos que son la base política-territorial (considerado el territorio en éste caso no
como un continuum físico, sino como un continuum organizativo pues debemos
reconocer la gran fragmentación social al interior de las comunidades de las Cañadas, y
dónde existen una gran diversidad de redes sociopolíticas con ideologías y prácticas
totalmente que complejizan cada vez más el análisis espacial, ejemplos concretos de
tales redes se analizan en el texto Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales
del zapatismo en Chiapas), mostraremos el siguiente esquema que es representativo
de la organización y funcionamiento de los municipios en rebeldía.
Fuente: Xochitl Leyva, “Transformaciones regionales, comunales y organizativas en las
Cañadas de la Selva Lacadona(Chiapas, México), en Tierra, libertad y autonomía: impactos
rregionales del zapatismo en Chiapas. Shannan L. Mattiace, Rosalva Aída Hernández y Jan Rus
(editores), p. 62.
El organigrama antes presentado, es representativo de una ampliación de
delegación de funciones a diversos niveles donde la “autoridad”, se ha ganado sobre todo,
a partir de la responsabilidad en el trabajo y “el juicio” (es decir, la capacidad de tomar
buenas decisiones tanto en la familia como en la comunidad), siendo el nivel secular
importante pero no el determinante para la vida de la organización, de tal maneraa que
comparto con Marcelo de Sousa sus ideas respecto a que:
“ La idea de autonomía tal como la presenta el filósofo Cornelius Castoriadis [es]
una institución consciente de la sociedad cimentada en la garantía política y la posibilidad
material efectiva de igualdad de oportunidades de participación en la toma de decisiones
(que incluye el acceso a la información,) [y es además…] el puente por excelencia entre
la ‘apertura’ necesaria y el alcance práctico que el concepto de desarrollo precisa tener”.7
“[…]Es verdad que la idea de autonomía es tributaria de una matriz cultural
específica greco-occidental, o que, es preciso admitir, parece restringir su aplicabilidad en
cuanto a principios, en lo que toca al plano interno de cada sociedad. Con todo, en el
plano externo, la noción de autonomía, aquí representada por el derecho de
autodeterminación de los pueblos y las culturas, aparece justo como una herramienta
para la etnodiversidad. Pero a propósito de la no intervención: cuáles son los ‘intereses
legítimos’ del otro? Hasta qué punto aquello que un observador externo identifica como
opresión y falta de respeto sistemático de las derechos humanos, aunque afecta a los
individuos que viven lejos de la frontera del territorio de ese observador externo o puede
ser tolerado como manifestación de cultura ”.8
No podemos referirnos a la autonomía sin tomar en cuenta los nuevos procesos de
territorialización y desterritorialización que se generan día con día en las Cañadas, aún
está en fuerte debate la institucionalización de los Derechos y Cultura Indígenas, el
proceso legal es largo, no obstante, cada día se lucha por conservar y acrecentar la
Autonomía de facto , y me parece son los propios indígenas creadores de sus propios
espacios quienes tendrán la última palabra, los externos sólo percibiremos los cambios
bajo nuestra propia óptica, cumpliendo tal vez, con ésta permanente dialéctica que es
parte nuestra, camina a nuestro par o tal vez, va delante de nosotros.
7 Idem, p. 76
8 Idem. p. 78
Norma Angélica Rosales Neri,
Universidad Autónoma de Chiapas, México
Bibliografía:
Cómo pensar la Geografía.Cuaderno de geografía brasileña. Graciela Uribe
(compiladora), Centro de Investigación Científica “Ing. Jorge L. Tamayo” A.C.,
México, 1998.
De Vos, Jan. La paz de Dios y del rey. La conquista de la selva lacandona (1525-
1821), FCE, 3ª. Reimpresión, 1996.
------------------, Una tierra para sembrar sueños. Historia reciente de la Selva
Llacandona, 1950-2000. FCE-CIESAS, México, 2002
García de León, Antonio. Resistencia y Utopía. Ediciones Era, México, 1998.
Harvey, Neil. “La autonomía indígena y la ciudadanía étnica en Chiapas”, en
Boletín de antropología americana, (julio 1998), Instituto Panamericano de
Geografía e Historia, México, 1999.
Le Bot, Yvon. Subcomandante Marcos, El sueño zapatista, Plaza y Janés, México,
1997.
Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales del zapatismo en Chiapas.
Shannan L. Mattiace, Rosalva Aída Hernández y Jan Rus (editores),
CIESAS,México, 2002.

No hay comentarios:

Publicar un comentario